domingo, 18 de marzo de 2012

EL REINADO DE LOS AUSTRIAS

Durante el reinado de Carlos I (1518-1558) se dictaron una serie de disposiciones relativas a la cría caballar, continuando con la labor emprendida por los Reyes Católicos de no permitir la salida del territorio de ganado caballar ó mular.
El Emperador era un gran aficionado a todo lo que se relacionaba con los caballos y, buena prueba de ello la puede dar el hecho de que, en la celebración de sus propias bodas, participase el primero en las Justas que con tal motivo tuvieron lugar en la Plaza de San Francisco en Sevilla en 1526.
pero seria en el reinado de Felipe II cuando se dieran medidas de verdadero fomento. Entre ellas destaca la que en 1562 ordenaba que los corregidores reunieran en sus correspondientes zonas de jurisdicción a las personas más entendidas en materia equina, a fin de obtener la suficiente información sobre las medidas más oportunas, para el relanzamiento de la cría caballar.
En su época, se establecen los primeros registros para potros y muletos.
Siendo rey Felipe II, el joven Don Sebastian Rey de Portugal decidió embarcar hacia África a fin de someterla. A su paso por Cádiz fue muy bien recibido y se organizaron fiestas en su honor. por entonces era Capitán General de Andalucia y Costas del Océano Don Alonso Perez de Guzman, Duque de Medina Sidonia.
El Regidor de Cádiz Don Luis de Valenzuela Marrufo de Negron hospedo a Don Sebastian en su casa, desde donde presencio tan ilustre huésped la corrida de toros con que se le agasajó.
uno de los toros de aquella corrida sembró el pánico e hirió de muerte a los caballos de los valientes jinetes que intentaron enfrentarse a él. Nadie se atrevió a volver a intentarlo, lo que indujo a Don Luis de Valenzuela a montar rápidamente en un caballo y lanzarse a la plaza, donde tras aguantar la fuerte embestida del astado acabó con él, dejando impresionado al joven rey.
En 1571 se forma una hermandad en Sevilla en honor a San Hermenegildo en la que intervienen los principales caballeros sevillanos para dedicarse al manejo de los caballos y amaestrarse en la Milicia de aquellos tiempos. Se habían puesto los cimientos de lo que seria la Real Maestranza de Caballería que habría de pasar por muchas visicitudes. Su dedicación principal fue el manejo de los caballos practicado por medio del Arte de la Gineta, sin excluir la Brida.
En el año 1579 creó Felipe II la Real Yeguada de Castilla en la dehesa de Córdoba la Vieja, cerca de aquel lugar donde Almanzor fundó su famosa yeguada de Alamiria.
También a los tiempos de Felipe II corresponde el desastre de la Armada Invencible, que tras un gran naufragio lanzó corceles españoles a las costas inglesas. en opinión de algunos entendidos, como Ridgeway, aquellos caballos darían origen más tarde al que hoy conocemos como "Ponie de Connemara", el cual posee algunos rasgos del caballo andaluz.
Felipe III (1598-1621) representara un punto débil en la historia del caballo en estas tierras, pues comete el error de encargar la dirección de la Yeguada Real existente en Córdoba a Jeronimo Tiutti, napolitano que se empeño en el cruce de las magnificas yeguas andaluzas con los linfáticos y pesados caballos de su país, así como con otros sementales holandeses, daneses y normandos.
Los caballos que resultaban de aquellos cruces eran mayores, pero perdían agilidad, gracia y belleza, haciéndose además mucho más convexo su perfil.
Felipe IV (1621-1665) queriendo hacer mejor las cosas opto por encargar la dirección de la cria caballar a personal mejor preparado y entendido en la materia, encomendándola a una comisión que se denomino Real Junta de Caballería, hechos que ocurrieron en 1659.
Carlos II (1665-1700) mandó que se realizara un Registro General de todos los caballos, yeguas, potros y potrancas y aumento los privilegios a los criadores.
En 1695 dicta una pragmática según la cual era obligatorio tener hierros propios para marcar, así como inscribir tanto el ganado, como el hierro y a quién pertenecían (todo ello referido a ganado caballar).
A pesar de la decadencia de la cría de caballos andaluces de clase, durante la época de Felipe III, es digno de resaltar cómo, paralelamente, se mantiene en todo lo alto la fama de los caballos Guzmanes y Valenzuelas. De dichos caballos habla Don Luis bañuelos de la Cerda en el libro de la Gineta y descendencia de los caballos Guzmanes, que por otro nombre se llamaban Balen,cuelas, impreso en 1606 y que trata del arte de la monta a la jineta.

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